Día de la Tierra, Plaza del Parque

Karin y David me propusieron preparar una acción conjunta aportando un ataúd con la propuesta de hacer una procesión con nosotras. Recogida la información iban pasando los días en que iba a visitarlos mientras ellos trabajaban en su caja de muertos de porexpan en Ca na Palleva. Allí escuché a la Sra. Margalida... la historia de su vida que quiso contarme mientras iban desmontando las vigas del comedor de su casa, pues todo hacía pensar que la echarían abajo en poco tiempo.

Llegaba el día y me ponía en contacto de nuevo con Jose, pues sabía que había estado trabajando con música para hacer una lectura de su “Réquiem por una Isla”. Me propuso leerla él el día de la acción a pesar de que yo no estaba convencida, temía que fuera todo demasiado fúnebre para la celebración de un día, que debía llenarse de esperanza.


Vídeo, Ramón Diago

Para esta ocasión las “Viudas” éramos tres, Andrea y Belinda venían conmigo.

Llegamos al punto de encuentro y allí nos juntamos con más de medio centenar de personas vestidas de luto, que además de portar un ataúd, también llevaban cruces negras que sostenían en alto.

Marchamos en procesión un largo recorrido hasta un extremo de la Plaza del Parque. En ese momento la música empezaba y nosotros reemprendíamos la marcha, las “Viudas” dieron paso a la procesión para que subieran al escenario donde se leía el poema. Cuando terminaron bajaron con el ataúd y las Viudas subían al escenario.


Cuando terminaron mostraron sus manos en alto, y así lo hizo la gente que había debajo del escenario. Entonces la “Viuda” herida se giraba de cara dejando ver su estado de buena esperanza, y siguió girándose para quedar de nuevo de espaldas al público. Allí se dejó caer sobre sus manos. Albert quedó con la “Viuda” en brazos y al cabo de un tiempo volvió a subirla al escenario. Las tres “Viudas” quedaron juntas apoyándose unas a otras.