8 Febrero 2006, Consell Eivissa

Amanecía Ibiza, con los almendros florecidos. Para quién conoce Ibiza y la respeta ser testigo de las estaciones del año forma parte de una maravilla indescriptible.

Sin embargo la fecha señalada fue el inicio de una destrucción masiva hacia la Tierra de ésta entrañable Isla. Muy de mañana, al salir de turno de noche, los almendros morían a ras del suelo.
Es difícil describir esa sensación de pérdida, lamentablemente, cada vez somos más los que de algún modo nos sentimos violados en nuestro derecho de decidir que futuro queremos para las próximas generaciones.

Ese momento en decidir no tragarme la rabia y envenenarme por dentro, fue el impulso que despertó la creatividad y puso en acción los recursos aprendidos en un aula con respecto al Teatro Social. La necesidad de expresar era imperativa y el mensaje estaba muy claro, así que el paso a la acción fue inmediata, aún sin saber,... la intuición iba por delante.

Llamé a una amiga, Andrea, para que me ayudara a recoger ramas de los almendros caídos. Entre tanto, íbamos convocando a nuestro círculo de amistades frente al Consell a las doce del medio día. Las siguientes horas pasaron como un suspiro, entre llegar a casa, explicar la situación a Silvina que se sumó a nosotras, vestirnos de negro y estar en el lugar a la hora prevista, con tantas ramas en nuestros brazos como fuimos capaces de llevar.

De camino, sólo hubo una consigna, si se mueve una nos movemos todas.
No hubo tiempo para más.





En ese momento estábamos ya frente a los agentes de seguridad, rodeadas de un centenar de personas. Algunas acudían a la cita y otras se iban sumando por el camino.

El silencio fue duro, extraño e intenso. La inmovilidad también. La evidencia del porqué estábamos allí, rotunda.

No habría hecho falta nada más, quizás, pero la improvisación nos condujo a la rotonda de entrada de la ciudad, organizando un sepelio escoltado de policías. Recuerdo que entonces, mano a mano cerramos un círculo mirando hacia fuera, dentro del mismo, las ramas de almendro, que estuvieron presentes durante semanas y semanas.

La sorpresa posterior, fue cuando apareció al día siguiente una nota en prensa... definitivamente, algo habíamos creado, algo que tardaría mi tiempo en entender.





NOTA DE AGRADECIMIENTO ( Publicada el el Diari Última Hora de Ibiza, Sábado 11 de Febrero 2006)
Salgo de turno muy de mañana. Cuando el cielo todavía se decolora entre malva y azul, por dentro pensando un día más que llega y una noche más que se va. Respiro el aire que sostiene la Vida entre la tierra y las estrellas, parece que todo es perfecto y el encanto sigue preso de sueños de futuro, ¿aprenderé a hacerlo mejor?...
Pero hay algo que desvía mi mirada y un escalofrío recorre todo lo que soy. Un silencio de muertos calla mis oídos mientras un quejido se va gestando en mi fuero interno. No quiero ver, no quiero que sea cierto... pero la imagen perdura, parece que no se va nunca. 
Un desfile de condenados florecientes luce en su máximo esplendor de belleza a ras de suelo. la imagen de la miseria del ser humano, la de los valores vendidos, comprados o expropiados. Era "su" vida, claro, pero ellos no dijeron nada, ni siquiera ahora son capaces de agitar sus ramas en un solo lamento.
Ellos sólo saben morir como aprendieron a vivir. De poquito a poco, otorgando en sus últimos suspiros el aire que nos alimenta, a nosotros, verdugos... de nosotros mismos.
Me da pena la condición humana capaz de levantarse por encima de las voluntades, la ética y la moral, en favor de un desarrollo "insostenible".
Las damas de los almendros en flor, ante la imposibilidad de hacerlo personalmente, agradecen a todas aquellas personas espontáneas que formaron parte del sepelio o contribuyeron mandando mensajes desde sus teléfonos. Gracias.
Esta fue una acción totalmente independiente de cualquier asociación y respaldada por la sensibilidad de personas de a pie. 
Susanna Cebrian