21 Febrero, Can Malalt

Yo no pude estar el día que las máquinas entraron ilegalmente en Can Malalt escoltadas por antidisturbios, arrasando parte del vivero dentro de su propiedad y medio de subsistencia.
Por ello, días más tarde propuse a las "Viudas" ir allí.

En realidad, el movimiento social en defensa de la Tierra, empezó a transformarse en mi razón de estar allí. Después de la detención, mi compromiso se creció en razones.
Seguir reaccionando pacíficamente, mediando la creatividad, a los actos de injusticia que se estaban cometiendo me parecía que era lo menos que podía hacer, cómo persona, en apoyo a quienes sufrían las consecuencias en su propio hogar.

Hice diversas cruces con un crespón negro, tres de ellas más grandes, una para cada una de nosotras.
En Can Malalt, nos recibieron con la mirada herida pero firme ante la imagen de destrozo en su vivero.
Descalzas y empapadas por la lluvia, fuimos clavando en la tierra, una tras otra, las cruces. Finalmente subimos al resto de escombros dejado por la pala excavadora.





Permanecimos ahí de pie, mostrando las cruces en alto y en silencio.
Después emprendimos el camino andando, al lado de la carretera, hasta Ca na Palleva.
Finalizamos la acción clavando las cruces de nuevo en la tierra, allí donde las máquinas también habían empezado a entrar bajo las mismas circunstancias.